Pensando en Yolanda Arencibia, nos queda ese recuerdo imborrable de una mujer expresiva y adorable, de una dama de las letras, de una amante de la palabra escrita y de una estudiosa de Don Benito. Un placer verla y disfrutarla mientras la tuvimos cerca.

Siempre recordaremos a Yolanda como estudiosa de la literatura que a nosotros también nos ocupaba y como amiga y mujer cabal. Descanse en paz.

Yolanda, siempre recordaré tu amabilidad, inteligencia y cariño. Gracias por todo, Yolanda.

Con profunda tristeza rindo homenaje a Yolanda, una mujer extraordinaria, bondadosa y una anfitriona excepcional. Su hospitalidad sincera en cada congreso nos hacía sentir como en casa. Su ausencia deja un vacío profundo en nuestros corazones. No olvidaremos su sonrisa, su voz jovial y su pasión por Galdós.
Gracias Yolanda por tu cariño, tu ejemplo y el legado de tu obra que perdurará en el tiempo. Un abrazo extendido a tu familia.

Yolanda , mi maestra, que me enseñó la humildad de la sabiduría. Siempre apasionada en tus enseñanzas y el amor a tu alumnado. ¡Qué suerte que hayas estado en mi vida! Allí en ese parnaso donde nos encontraremos los amantes de Galdós, nos volveremos a reencontrar.

Te has ido, Yolanda, pero estarás siempre con los que te hemos querido, con los que te queremos. Has sido maestra para los galdosistas con tus numerosos trabajos sobre la vida y obra de Pérez Galdós, que culminaron en el año 2020 con la publicación de la exhaustiva biografía de tu paisano.
No te has conformado con dejarnos esos trabajos luminosos de investigación, sino que, además, has llevado a cabo una labor de difusión y divulgación, cuyo exponente más relevante, quizá, sea ese reto de editar de forma accesible, bajo el marbete «Arte, Naturaleza y Verdad», los cuentos, las novelas, los Episodios Nacionales y el teatro de don Benito.
En esa labor de difusión que has llevado a cabo por tantos lugares, recuerdo un curso en Santander en la sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que, junto a Ángel Bahamonde, organizaste a finales del mes de julio del 2006. «Galdós en su tiempo» se llamó y creo recordar que iba dirigido a las personas que se dedican a la docencia.
Una vez terminado el curso, me invitaste a disfrutar de la sobremesa del día 28 de julio en el apartamento que ocupabas en la zona de las Caballerizas del palacio de La Magdalena. Estábamos compartiendo las experiencias vividas durante esos días, y otras más, cuando, de pronto, empezó a entrar agua por debajo de la puerta de entrada. La tromba de agua que caía en esos momentos en Santander empezó a inundar aquel pequeño estudio. Nos arremangamos y con lo que teníamos a mano (fregona, escoba, toallas), intentamos que no se convirtiera en una piscina. Aquel encuentro tan amistoso como azaroso, terminó entre risas. ¿Te acuerdas de esto, verdad, querida Yolanda?
Ahora que estás junto a tu (nuestro) querido don Benito, podréis hablar largo y tendido. Disfrútale.

HASTA SIEMPRE, YOLANDIÑA
Durante muchos años fuiste una impulsora del galdosismo prácticamente imposible de reemplazar. Por ello siempre te estaremos agradecidos. Tú nos pusiste en contacto, no solo con grandes investigadores a través de los Congresos Internacionales en los que tanto trabajaste, sino que fomentaste el estudio de la obra de don Benito entre los neófitos, organizando aquellos Congresos de Jóvenes Investigadores, a los que alguna vez como observadora asistí, Y pusiste ante nosotros a gentes del cine, de la música, del teatro, a historiadores, a novelistas y a poetas, que también se habían interesado por la obra de don Benito y que, desde ópticas algo diferentes a la nuestra, nos acercaron a variadas facetas del escritor.
Pero quizás lo que más admiré en ti fue tu empeño en recuperar a Galdós para el lector medio de nuestra época. Que se leyese y se disfrutase su obra como si de un escritor coetáneo se tratara. En ese sentido, tus dos obras mayores, la edición de toda la novelística y el teatro galdosianos que titulaste con su lema “Arte, Naturaleza y Verdad”, y tu merecidamente premiada Galdós. Una biografía, revelan claramente ese empeño: los dieciocho tomos de la edición son volúmenes muy manejables y sin una sola nota erudita, a pesar de haber sido realizada con muy riguroso criterio ecdótico, es decir, están pensados para el lector medio. La biografía, con cuarenta páginas de apretadas notas y unas quinientas entradas bibliográficas que demuestran amplísima documentación, aparece sin embargo redactada de forma amena, perfectamente asequible y atractiva para el no especialista.
Y todo esto, sin hablar de tu carácter alegre, de tu discreción, de tu cariñosa relación con todo el mundo, que hablaban de una profunda comprensión por el ser humano, en lo cual te mostrabas como auténtica discípula de don Benito. Durante años nos escribimos para resolver dudas en los respectivos trabajos, y disfrutamos juntas en lugares muy diversos, y no puedo escribirte una vez más sin pensar que fue inmensa suerte para mí haberte conocido. Seguiré disfrutándote releyendo tus textos.

¡Qué suerte tuvo don Benito! Y tanta que tuvimos quienes desde él llegamos a Yolanda: sabiduría, rigor, generosidad y ternura. ¡Gracias, amiga!

Orgulloso de ser tu sobrino. Siempre presumiré de ello con mis amistades y siempre te admiré como esposa,madre, maestra y por dejar la huella que has dejado el la cultura y sociedad Canaria. Como tú siempre me decías al verme un beso enorme de Pepillo Roca.

Te quedas para siempre con nosotros, Yolanda querida. Gracias por todo lo que nos has regalado.

Inolvidable, Yolanda. Grandes recuerdos de los congresos galdosianos a los que ella sabía infundir calidez y amistad. Nos hiciste sentir muy bien a muchos. Descansa en paz.

Yolanda fue verdaderamente una inspiración; alguien con tanta riqueza de conocimientos y, sin embargo, tan dispuesta a dar a las generaciones venideras y a escuchar.

Recuerdo muy bien haberme unido a ella en una visita a las obras de arte en la conferencia de Galdós, y su comentario al artista, este es tu Galdós, Galdós será alguien diferente para cada uno, y eso era algo que ella abrazaba absolutamente.

La echaremos mucho de menos.

Estábamos tan habituados a que Yolanda formara parte de nuestras vidas que su marcha parecía poco menos que impensable..., pero nunca se irá del todo: su imagen y su obra se quedan con nosotros. Yolanda: ¡gracias y hasta siempre!

«En las mayores calamidades, permite siempre un suspiro...»
Hoy ese suspiro brota con emoción y gratitud por la luz que Yolanda Arencibia supo proyectar sobre la obra galdosiana. Su palabra crítica, clara y apasionada, seguirá resonando como guía para quienes amamos la literatura.
Descanse en paz.

Tu amor por Galdós, y tu entrega por hacer viva su memoria y su obra, han unido tu nombre al suyo para siempre. Seguro que allá donde os encontréis, te expresará su agradecimiento, y podréis mantener ahora largas y amenas conversaciones.

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes siempre recordará tus sugerencias y tu buena disposición para colaborar sobre todo en la página dedicada a Benito Pérez Galdós. Orgullosos de poder difundir parte de tu legado, sirvan tus trabajos como merecido homenaje a tu dedicación investigadora.

El mundo galdosiano pierde su sonrisa hospitalaria, su saber y su mucha disposición comunicativa pero cuanto escribió resistirá el paso del tiempo.

Un vacío difícil de llenar. Los congresos galdosianos en Las Palmas no serán lo mismo sin su alegría contagiosa y su vitalidad desbordante. Su personalidad, tan fuera de serie, tan acogedora y universal, resultaba llamativa incluso para quien la conocía poco. Te saludaba fraternalmente como si te conociera de siglos. Y esa generosidad tan suya, como la de toda su familia... Recuerdo imborrable: deambular por Vegueta, sentarse en un restaurante a comer con una colega, saludar a lo lejos el encuentro casual con Yolanda y su familia, a punto de irse, y descubrir con asombro a la hora de pagar que nada se debía... y resolver el misterio del pagador misterioso. Ella y su familia eran el congreso y la ciudad toda. Queda su biografía de Galdós, y queda también su vida que escribimos aquí.

Querida Yolanda:
Seguro que hay risas con acento canario allá donde estés. Un placer haberte conocido.

Recuerdo a Yolanda como una mujer entrañable, dispuesta a escucharte y apoyarte con cualquier proyecto que le presentaras sobre Galdós, al menos esa es mi experiencia. Pero no solo la define eso, sino que ha dejado un legado importante e imprescindible, junto a otros desde luego, porque hoy Galdós no es el mismo que el de hace cincuenta años atrás y en buena parte se le debe a ella. Además, Galdós, en torno al cual se creó una fraternidad internacional significativa, con encuentros constantes en el tiempo, tanto en la Isla como fuera de ella, ha encontrado en Yolanda Arencibia a una de sus mejores adalides. Desde la memoria y para la memoria, te damos el último adiós, con un gran abrazo para su familia, aunque sigues y seguirás presente en nosotros.